El Squash nació en las cárceles londinenses del siglo XVIII, cuando los reclusos jugaban con las pelotas contra las paredes. También las escuelas británicas fueron adoptando esta actividad y fue en ellas donde el juego terminó por desarrollarse. Uno de los colegios que más influencia tuvo en la historia del Squash fue Harrow School. De hecho, se considera que fue allí donde el deporte tuvo origen como tal, alrededor de 1830.
Los alumnos jugaban con las pelotas y raquetas de Tenis contra las paredes del patio y, en algún momento, descubrieron que las bolas pinchadas y con menos presión daban más variedad al juego. También empezaron a modificar las raquetas para hacerlas más pequeñas y manejables en el reducido entorno en el que se desenvolvían.
El Squash, entonces denominado Squasher, se hizo cada vez más popular y fue copiado por otros colegios. Sin embargo, a las autoridades del Harrow School les preocupaba la peligrosidad que pudiera tener debido a las tuberías, chimeneas y cornisas que había por todo el patio. Para solucionarlo, en 1864 construyeron la primera pista de Squash conocida.
Poco a poco, más escuelas, clubes e incluso particulares comenzaron a copiar la idea de construir canchas específicas, aunque sin existir unas medidas estándar.
A pesar de la popularidad del deporte a lo largo del siglo XIX, no fue hasta 1923 cuando se empezó a hablar de la unificación de las normas del Squash y, hasta 1928, cuando realmente se hizo.
Desde entonces hasta la actualidad, el Squash ha seguido evolucionando. Sus componentes, especialmente las raquetas, han ido adoptando los principales avances técnicos y de materiales que aparecieron en otros deportes como el Tenis.
Actualmente el Squash es un deporte practicado por 20 millones de personas en todo el mundo. La World Squash Federation (Federación Mundial de Squash) está reconocida por el COI, lo que significa que este deporte podría llegar a formar parte de unos Juegos Olímpicos, objetivo por el que la WSF trabaja.