Ya les había comentado como llegué casi por total casualidad al squash, alguien me prestó una raqueta de aluminio, no sé cuánto pesaba, pero ahora diría que por lo menos DOS KILOS! (no exagero, bueno quizá un poco), sentí que darle golpes a una bolita de goma encerrado con otra persona en un espacio de 60 metros cuadrados se veía “hasta” divertido.
Mi primer juego, debido, tal vez, a que mi oponente era tan neófito como yo, fue un festival de golpes del que afortunadamente solo salió mal la pelota. Ninguno de los dos conocía muy bien las reglas, no teníamos ninguna estrategia y muy seguramente tampoco aguantamos más de 20 minutos.
Supongo que la raqueta era tan pesada (y tan barata) que quien me la prestó nunca se preocupó por pedírmela de vuelta, así es que, dos o tres meses después, mientras corría (como hámster, o así me sentía) en una banda del gimnasio al que asistía, me encontré con un compañero del trabajo con el que había hablado de deportes de raqueta, frontón, tenis y por supuesto squash. Acordamos un partido.
Además de su excelente estado físico, este personaje, había practicado (como ya me había dicho) deportes de raqueta desde su adolescencia. La paliza hubiera sido peor, si al menos hubiera quedado con un poco de energía para contar (correctamente) los puntos por los que perdía cada game. Durante la hora que jugamos, me dedique a correr (como hámster, eso no cambió mucho) por toda la cancha siguiendo la trayectoria de la pelota, por supuesto cuando la alcanzaba, llegaba en posiciones totalmente inapropiadas para golpearla (no sé porque motivo siempre se interponía una de las paredes o una de mis piernas).
Siempre he sido una persona muy competitiva y el haber perdido de esta forma, sumado a la paciencia que tuvo mi oponente, lejos de hacerme romper la raqueta de aluminio (irrompible por demás), olvidar el squash y volver de nuevo a mi rueda de hámster, me hizo programar el siguiente juego y el siguiente, desde esa época no he parado de jugar y espero no dejar de hacerlo por muchos años, como lo hacen jugadores veteranos con los que hoy en día pierdo (con mucho gusto la verdad).