Hay situaciones, que por supuesto casi nunca suceden donde por estar cansados, crudos o borrachos, lastimados, desconcentrados, por no leer los artículos de personalidad de CyberSquash, por irle a un equipo perdedor o por alguna otra circunstancia que involucre a la suegra, no podemos ganar un partido de squash a alguien que si bien podemos no conocer realmente no es un digno rival , aquí las recomendaciones (más bien anécdotas) de Kahn Avis acerca de lo que sucede un sábado por la mañana...
Les seguimos pidiendo que no den click en la foto, no hay seguro médico para los visitantes de CyberSquash.
...Te levantaste y sentías que dominabas al mundo, bueno quizás solo una parte, los problemas del país los arreglamos, si te dejaran, en 15 o 20 minutos, y después es buen momento para estrenar tus zapatos nuevos marca “Garridas”. Lo que si es seguro es que hoy es un buen día para ir al club y enseñarles a tus amigos uno que otro truco.
Cuando haces tu aparición en las canchas, tus compañeros habituales ya están jugando, y el “Pro” (profesional) te sugiere con un chamaco, niño, bebé, moconete o algo parecido, que se encuentra golpeando la bola con rencor y rabia.
Bien, el remedo de Hobbit puede ayudarte a calentar un poco y estirar el brazo, aceptas y entras a la cancha. El Liliputiense no se digna ni siquiera mirarte y simplemente golpea la pelota, eso si, no has comenzado ni siquiera a calentar, cuando el pequeño te pregunta ¿Sale?
Comienza el juego y a la primera logras poner una pelota en la esquina, suavemente, al frente, en pocas palabras un tiro maravi…pero, ¡Que pasa!...de la nada y casi entre tus piernas aparece una minúscula figura, casi una raqueta con patas y no solo llega a contestar la pelota; sino además la contesta fuerte y colocada a la esquina contraria. Cuando te das cuenta de lo que paso, tu mini contrincante ya está en la caja de saque y te ve con impaciencia. No hay problema, es cosa de que acabes de entrar en calor y comiences a hacer uso de tu amplia experiencia y manejo de la bola, seguridad, etc., etc., etc.
Pero el tiempo pasa y el juego también; cuando vuelves a tomar conciencia (¿?) de lo que está pasando, el juego está 15/8 y el contrincante ya no es tan pequeño.
Del segundo set, mejor ni acordarse, ya has intentado todo, estás sumamente cansado, desesperado, enojado, etc. y el GIGANTE que ahora tienes como rival, continua jugando como si disfrutara la masacre, salta como chapulín , golpea con rencor y precisión, y a ti tus nuevos zapatos te han sacado ampollas.
Cuando al fin todo ha terminado, sales de la cancha y cuando volteas, el minúsculo jugador voltea a ver a su nuevo rival y pregunta ¿Sale?.
¿De verdad existen los enemigos pequeños?
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Mientras tanto, que tengan un buen juego.
Reportó para CyberSquash (después de perder su partido) Octavio Bustamante.